viernes, 18 de marzo de 2011

ORACIONES ACTUALIDAD


Se recogen aquí oraciones a la Virgen de los Dolores adaptadas al lenguaje y actitudes de nuestros días.Las intenciones son las mismas con las que se rezaban antiguamente.
ROSARIO DE LOS SIETE DOLORES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA SIGUIENDO CITAS EVANGÉLICAS
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido; y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Primer dolor: La profecía de Simeón
"Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, su madre: Este niño será causa de caída y elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón" (Lc. 2,34)
Padre nuestro, siete (7) Ave María y Gloria.
Segundo dolor: Exilio de Jesús en Egipto
"El ángel del Señor, se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo" (Mt. 2,13)
Tercer dolor: Jesús permanece en Jerusalén
"Al verlo sus padres quedaron maravillados, y su madre le dijo: Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto?, piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados. Jesús le respondió: ¿por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre? (Lc. 2,48-49)
Cuarto dolor: María en el camino de la Cruz de Jesús
"Una mujer levantó la voz en medio de la multitud y dijo: Felíz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron! Jesús le respondió: Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican" (Lc. 11,27-28)
Quinto dolor: María junto a la cruz de Jesús
"Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien El amaba, Jesús le dijo: Mujer, ahí tienes a tu hijo" (Jn. 19,25-26)
Sexto dolor: María recibe a Jesús bajado de la cruz
"José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente, por temor a los judíos, pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo" (Jn.19,28)
Séptimo dolor: La sepultura de Jesús
"José compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro" (Mc. 15,48).

ORACIÓN A MARÍA PARA UNA BUENA MUERTE

Oh María, concebida sin mancha de pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Oh refugio de los pecadores, Madre de los agonizantes, no nos abandonéis en la hora de nuestra muerte, sino alcanzadnos una perfecta contrición, sincera compunción, perdón de nuestros pecados, digna recepción del santo Viático, y fortaleza por medio del Sacramento de la Extrema Unción, a fin de que confiados, podamos comparecer ante el trono del Supremo Juez, justo y misericordioso, nuestro Dios y Redentor.
¡Oh Dios mío!, ante el trono de tu adorable Majestad me postro pidiéndote la última de todas las gracias: una feliz hora de muerte.
Muchas veces, en verdad, hice mal uso de la vida que me diste; pero a pesar de ello te ruego, me concedas la gracia de terminarla bien y de morir en tu gracia.
Déjame morir como los santos Patriarcas, abandonando este valle de lágrimas sin queja, para disfrutar del descanso eterno en mi verdadera patria.
Déjame morir como San José, en los brazos de Jesús y María, e invocando estos dulcísimos nombres que espero bendecir por toda la eternidad.
Déjame morir como la Virgen María, encendido de amor e inflamado por el santo deseo de unirme con el único objeto de todo mi amor.
Déjame morir como Jesús en la cruz, con los sentimientos más vivos del aborrecimiento del pecado, del amor más filial y de la plena resignación en medio de todos mis dolores.
Padre eterno, en tus manos encomiendo mi espíritu; muestra en mí tu misericordia.
Oh Jesús, que has muerto por mi amor, dame la gracia de morir en tu amor.
Oh María, Madre de mi Jesús, ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte.
Santo ángel de mi guarda, fiel custodio de mi alma, no me abandones en la hora de mi muerte.
San José, por tu poderosa intercesión alcánzame la gracia de morir la muerte de los justos. Amen.

Piadoso ejercicio para alcanzar una Buena Muerte

Dios mío:


Postrado humildemente en tu presencia, te adoro y quiero hacer esta petición como si ya me hallase próximo a exhalar mi último suspiro.
Dios mío:


Tú has decretado mi muerte desde la eternidad: yo la acepto desde ahora con todo mi corazón en el modo y forma que tu divina Majestad ha dispuesto, y acepto también todos los dolores que la han de acompañar, los uno a los tormentos y a la muerte de Jesucristo, y te los ofrezco en satisfacción y penitencia de mis pecados. Acepto igualmente la destrucción de mi cuerpo para que resplandezca más tu supremo dominio sobre mí. Y por lo tanto, acepto y me alegro de que estos ojos, que tanta libertad se han tomado contra Ti, queden con la muerte ciegos hasta el fin del mundo.

Acepto y me alegro de que esta lengua, que tantas veces he empleado en palabras vanas, murmuraciones y mentiras, quede muda con la muerte, y sea comida de gusanos en el sepulcro.
Acepto y me gozo de que estas manos y estos pies que han sido para mi corazón instrumentos de tantas acciones desordenadas y de tantos pasos torcidos, queden con la muerte sin movimiento y sin acción entre los horrores de una hedionda sepultura.
Acepto y me gozo de que este mismo corazón que, siendo formado para darte todos sus afectos, los ha empleado en miserables e indignas criaturas, sea arrojado a la tierra y reducido a polvo y ceniza.

En suma, Señor, me regocijo de que se verifique en mí la total destrucción de mis miembros y huesos, convirtiéndome en humilde polvo y frías cenizas, que fueron la materia de que formaste mi cuerpo; para que la completa destrucción de mi existencia publique la grandeza de tu infinito poder y lo humilde de mi nada. Recibe, Señor, este sacrificio que te hago de mi vida, por aquel gran sacrificio que te hizo tu divino Hijo de sí mismo sobre el ara de la Cruz; y desde este momento para la hora de mi muerte, me resigno totalmente a vuestra santísima voluntad, y protesto que quiero morir diciendo:
“Hágase, Señor, tu voluntad…”
Jesús mío crucificado: Tú que para alcanzarme una buena muerte has querido sufrir muerte tan amarga, acuérdate entonces de que yo soy una de tus ovejas que has comprado con el precio de tu sangre. Cuando todos los de la tierra me hayan abandonado y nadie pueda ayudarme, Tu sólo podrás consolarme y salvarme, haciéndome digno de recibirte por Viático, y no permitiendo que te pierda para siempre. Amado Redentor mío, recíbeme entonces en tus llagas, puesto que yo desde ahora me abrazo a Ti, y quiero entregar mi alma en la llaga amorosa de tu sacratísimo costado.
Y Tú, Virgen Santísima, Abogada y Madre mía María; después de Dios, Tu eres y serás mi esperanza y mi consuelo en la hora de la muerte. Desde ahora recurro a Ti, y te ruego no me abandones en aquel último momento: ven entonces a recibir mi alma y a presentarla a tu Hijo.
Te aguardo, Madre mía, y espero morir bajo tu amparo y abrazado a tus pies. Y Tú, Protector mío San José, San Miguel Arcángel, Ángel Custodio, Santos mis abogados, ayudadme en aquel trance extremo, en aquel último combate y llevadme a la Gloria celestial. Amén.


NOVENA
Por la señal… Señor mío Jesucristo…
ORACIÓN INICIAL

Oh Virgen, la más dolorosa del mundo después de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente asociada: te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados, como tú sufriste por los nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones y concupiscencias en la cruz de Cristo, llevando la cruz de mi deber por el camino de mi vida, caminando en pos de mi Señor y perseverando constantemente a tu lado, oh Madre mía, al pie de la cruz de tu Hijo, viva siempre y muera contigo, redimido y santificado por la sangre preciosísima de nuestro Redentor. También te pido, por tus dolores, que oigas mi petición en esta novena y, si conviene, me la concedas.


DÍA PRIMERO .

Oh Virgen Dolorosa, siendo tú árbol florido y fructuoso, fuiste tan afligida, y yo árbol seco e inútil, quiero vivir regalado y soy impaciente de toda molestia y adversidad. Te ruego me concedas espíritu de penitencia, humildad y mortificación cristiana para imitarte a ti y a tu amado Hijo, crucificado por mí.
Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA SEGUNDO .


Oh Virgen Dolorosa, por el dolor que sufriste cuando el anciano Simeón te profetizó las contradicciones con que el mundo había de perseguir a tu Hijo, te suplico no permitas que yo me encuentre entre los mundanos enemigos de tu Hijo, sino entre los que profesan dócilmente su doctrina y la reflejan en sus costumbres verdaderamente cristianas, para que sea también de aquellos a quienes Él será resurrección y vida.

Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA TERCERO .

Oh Virgen Dolorosa, por el dolor que tuviste cuando el soberbio y ambicioso Herodes quiso dar muerte a tu Hijo, que venía a darnos vida, líbrame de toda ambición y soberbia y haz que, en vez de arrojar de mi lado a tu Hijo, le llame a mi, y, pospuestos todos mis intereses, le haga reinar sobre mi, siendo yo su vasallo fiel y obediente, para reinar con él en la gloria.
Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA CUARTO .

Oh Virgen Dolorosa, por el dolor que sufriste cuando perdiste a tu Hijo en Jerusalén y estuviste tres días buscándole, te suplico que nunca yo le pierda por el pecado y que, si le pierdo, le busque con arrepentimiento, y buscándole, le halle con la sincera confesión en el templo y le conserve con verdadera religión.
Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA QUINTO .

Oh Virgen Dolorosa, por el dolor que tuviste cuando por la calle de la Amargura acompañaste a tu Hijo hasta el Calvario, haz que yo también le acompañe, llevando la cruz que su providencia me ha dado, con humilde paciencia y digna constancia, sufriendo bien todas las molestias que vengan de mis prójimos.
Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA SEXTO .

Oh Virgen Dolorosa, por el dolor que tuviste cuando viste a Jesús clavado en la cruz, concédeme que yo me aproveche de los frutos de su pasión, que sea un cristiano verdadero, crucificado con Cristo, y que considere como una honra el padecer y sufrir algo por ser cristiano y practicar las virtudes cristianas.
Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA SÉPTIMO .

Oh Virgen Dolorosa, por el dolor que sufriste al recibir a tu Hijo muerto y bajado de la cruz, te suplico me alcances el perdón de mis culpas, que fueron la causa de su muerte, y que sus heridas se graben profundamente en mi memoria y mi corazón, como testimonio de su amor, para que le ame hasta la muerte.
Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA OCTAVO .

Oh Virgen Dolorosa, por el dolor con que acompañaste a tu Hijo a la sepultura y allí le dejaste sepultado, concédeme que yo muera con los auxilios de la religión y sea sepultado entre los fieles cristianos con Cristo, para que, en el día del juicio, merezca resucitar con los verdaderos cristianos y ser llevado a la derecha de Cristo.
Terminar con la oración final para todos los días.
__________

DÍA NOVENO .

Oh Virgen Dolorosa, concédeme que así como tú, por tus dolores, recibes gran gloria en el cielo y triunfas allí como reina gloriosa de los mártires, así yo también, después de una vida mortificada con Cristo, merezca vivir eternamente en la gloria, dichoso con Cristo. Concédeme, oh Reina de los mártires, vivir en la cruz con paciencia, morir en la cruz con esperanza y reinar por la cruz con gloria.
Terminar con la oración final para todos los días.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés en la presencia del Señor, de hablar en favor nuestro y que aparte su indignación de nosotros.Oh Santísima Madre, hazme esta gracia: fija en mi corazón con eficacia las llagas de Jesús crucificado.Haz que de Cristo en mí lleve la muerte, que participe su pasión y suerte y medite en sus llagas apenado.Para que no arda en los eternos fuegos, defiéndeme tú, oh Virgen, con tus ruegos, en el día del juicio.

Y tú, oh Cristo, al salir yo de esta vida, por tu Madre querida, haz que llegue a la palma de victoria.Cuando mi cuerpo muera, haz que mi alma adquiera del paraíso la gloria.
Rezar tres avemarías.
Ruega por nosotros, Virgen dolorosísima, que estuviste constantemente junto a la cruz de Jesucristo.Nuestra Señora de la Buena Muerte, ruega por nosotros.
Oremos.-Te rogamos, Señor nuestro Jesucristo, que interceda ante tu clemencia la bienaventurada Virgen María tu Madre, cuya alma atravesó la espada de dolor en la hora de tu Pasión. Lo pedimos por ti, oh Jesucristo, Salvador del mundo, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
San José, ruega por nosotros.
Dime, Señora, di,
cuando parta de esta tierra,
si te acordarás de mí.
Cuando ya sean publicados
mis tiempos en mal gastados
y todos cuantos pecados
yo mezquino cometí,
si te acordarás de mí.
En el siglo duradero
del juicio postrimero,
do por mi remedio espero
los dulces ruegos de ti,
si te acordarás de mí.
Cuando yo esté en la afrenta
de la muy estrecha cuenta
de cuantos bienes y renta
de tu Hijo recibí,
si te acordarás de mi.
Cuando mi alma cuitada,
temiendo ser condenada
de hallarse muy culpada
tenga mil quejas de sí,
si te acordarás de mí.
Juan Alvarez Gato (1445-1510)

ORACIÓN A MARÍA
PARA UNA BUENA MUERTE

Oh María, concebida sin mancha de pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Oh refugio de los pecadores, Madre de los agonizantes, no nos abandonéis en la hora de nuestra muerte, sino alcanzadnos una perfecta contrición, sincera compunción, perdón de nuestros pecados, digna recepción del santo Viático, y fortaleza por medio del Sacramento de la Extrema Unción, a fin de que confiados, podamos comparecer ante el trono del Supremo Juez, justo y misericordioso, nuestro Dios y Redentor.
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ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA PARA ALCANZAR UNA BUENA MUERTE

¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nosotros, que recurrimos a Vos. ¡Oh refugio de los pecadores! ¡Oh Madre de los agonizantes! No nos abandonéis en la hora de nuestra muerte, antes bien, obtenednos un dolor perfecto, una contrición sincera y el perdón de nuestros pecados. Alcanzadnos también la gracia de recibir dignamente el Santo Viático y de ser fortalecido con la Extremaunción, para que podarnos presentarnos seguros ante el trono del justo y misericordioso Juez, Dios y Redentor nuestro. Amén
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

Piedad (detalle) de Miguel Angel. 1498-1499
San Pedro del Vaticano, Roma.
AVEMARÍA DOLOROSA
Dios te salve, María, llena eres de dolores; Jesús crucificado está contigo; digna eres de llorada y compadecida entre todas las mujeres, y digno es de ser llorado y compadecido Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Santa María, Madre del Crucificado, da lágrimas a nosotros crucificadores de tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A LA VIRGEN DE LOS DOLORES .


Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.

Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.
María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre".
¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.

PLEGARIA A LA VIRGEN
EN CUARESMA
.

Dame tu mano, María,
la de las tocas moradas;
clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
tarde negra y amarilla.
Aquí, en mi torpe mejilla,
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,
esa lágrima que brilla.
¿Dónde está ya el mediodía
luminoso en que Gabriel,
desde el marco del dintel,
te saludó: "Ave, María"?
Virgen ya de la agonía,
tu Hijo es el que cruza ahí.
Déjame hacer junto a ti
este augusto itinerario.
Para ir al monte Calvario
cítame en Getsemaní.
A ti doncella graciosa,
hoy maestra de dolores,
playa de los pecadores,
nido en que el alma reposa,
a ti te ofrezco, pulcra rosa,
las jornadas de esta vía.
A ti, Madre, a quién quería
cumplir mi humilde promesa.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada María. Amén.








HIMNO DE VÍSPERAS A LA VIRGEN DE LOS DOLORES


¡Ay dolor, dolor, dolor,
por mi hijo y mi Señor!
Yo soy aquella María
del linaje de David:
¡Oíd, hermano, oíd
la gran desventura mía!
A mí me dijo Gabriel
que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo
más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita
entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas
la más triste y afligida.
Decid, hombres que corréis
por la vía mundanal,
decidme si visto habéis

igual dolor que mi mal.
Y vosotras que tenéis
padres, hijos y maridos,
ayudadme con mis gemidos,
si es que mejor no podéis.

Llore conmigo la gente,
alegres y atribulados,
por lavar los pecados
mataron a un Inocente.
¡Mataron a mi Señor,
mi redentor verdadero!
¡Cuitada!, ¿cómo no muero
con tan extremo dolor?

Señora, santa María,
déjame llorar contigo,
pues muere Dios y mi amigo,
y muerta esta mi alegría.
CORONA DE LOS 7 DOLORES
"El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo es penetrar en los sufrimientos de la Madre. "
Cardenal J. H. Newman.Sermón para el Dom. III de Cuaresma. Ntra. Sra. en el Evangelio
Rezar despacio, meditando estos dolores:

1º Dolor .

La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María,…

2º Dolor .

La huida a Egipto con Jesús y José.

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve, María,…

3º Dolor .

La pérdida de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María,…

4º Dolor .

El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María,…

5º Dolor .

La crucifixión y la agonía de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve, María,…

6º Dolor .

La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
Dios te salve, María,…

7º Dolor .

El entierro de Jesús y la soledad de María.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve, Maria,…
Gloria al Padre .


1. La Santísima Virgen María manifestó a Sta. Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
  • Pondré paz en sus familias.
  • Serán iluminados en los Divinos Misterios.
  • Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
  • Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
  • Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
  • Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.
2 . Según San Alfonso María Ligorio, Nuestro Señor reveló a Santa Isabel de Hungría que El concedería cuatro gracias especiales a los devotos de los dolores de Su Madre Santísima:
1. Aquellos que antes de su muerte invoquen a la Santísima Madre en nombre de sus dolores, obtendrán una contrición perfecta de todos sus pecados.
2. Jesús protegerá en sus tribulaciones a todos los que recuerden esta devoción y los protegerá muy especialmente a la hora de su muerte.
3. Imprimirá en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y tendrán su recompensa en el cielo. 4. Encomendará a estas almas devotas en manos de María, a fin de que les obtenga todas las gracias que quiera derramar en ellas.



La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre, al día siguiente de la Exaltación de la Santa Cruz. Al pie de la Cruz, donde una espada de dolor atravesó el corazón de María, Jesús nos entregó a Su Madre como Madre nuestra poco antes de morir. En respuesta a esta demostración suprema de Su amor por nosotros, digamos cada día de nuestras vidas: "Sí, Ella es mi Madre. Jesús, yo la recibo y Te pido que me prestes Tu Corazón para amar a María como Tú la amas."


ENFERMEDAD
Vosotros tenéis un puesto importante en la Iglesia, si sabéis interpretar vuestra situación difícil a la luz de la fe y si, bajo esta luz, sabéis vivir vuestra enfermedad con corazón generoso y fuerte. Cada uno de vosotros puede entonces afirmar con San Pablo: "Completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, a favor de su Cuerpo que es la Iglesia" (Col 1, 24)
Juan Pablo II,
Sobre la fortaleza. Aud. gen. 15-11-1978

YO EN LA CAMA, TU EN LA CRUZ

¡Jesús, Jesús! Yo en la cama y Tu en la cruz.
Yo en la cama, acostado; Tu en la cruz, clavado.
Yo, la cabeza en blanda almohada; Tu, la tuya, de espinas coronada.
Yo, quejándome; Tu, animándome.
Yo, sin pensar que mis dolores unidos a los Tuyos, tienen un valor infinito.
Tu, anhelando sufrir más para pagar nuestros pecados.
Jesús, Jesús, yo en la cama y Tu en la cruz.
Jesús, creo en ti. Jesús, espero en ti. Jesús, voy a ti.

CREO EN TI

Cuando llega la dificultad y las pruebas, en los momentos de angustia, de duda o enfermedad, es bueno decir al Señor que seguimos creyendo en El.
1. Señor, Tu siempre me has dado
La fuerza necesaria,
y, aunque débil,
Creo en Ti.
3. Señor, Tu siempre me has guardado
En la prueba,
Y, aunque estoy en ella,
Creo en Ti.
2. Señor, Tu siempre me has dado
La paz de cada día,
y, aunque angustiado,
Creo en Ti.
4. Señor, Tu siempre has alumbrado
Mis tinieblas,
Y, aunque no tengo luz,
Creo en Ti.

ACEPTACIÓN DE LA ENFERMEDAD I

Señor Jesús, la enfermedad ha llamado a la puerta de mi vida: una experiencia dura, una realidad difícil de aceptar. No obstante, te doy gracias por esta enfermedad: me ha hecho tocar con la mano la fragilidad y la precariedad de la humana existencia. Ahora miro todo con otros ojos: lo que soy y lo que tengo, no me pertenece, es un don tuyo. He descubierto qué quiere decir depender, tener necesidad de todo y de todos, no poder hacer nada solo.
He vivido la soledad y la angustia, también el afecto y la amistad de tantas personas.
¡Señor!, aunque me es difícil, repito: "¡Hágase tu voluntad!".
Te ofrezco mis sufrimientos y los uno a los de Cristo Crucificado.
Bendice las personas que me asisten y las que sufren por mí. Amén

ACEPTACIÓN DE LA ENFERMEDAD II

Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual que Tú pretendes con esta enfermedad que me has enviado. Haz que comprenda que las enfermedades del cuerpo me ayudan a conseguir un conocimiento más perfecto del mismo, a desprenderme de todo lo creado y me invitan mediante la espontánea reflexión que trae consigo, sobre la brevedad de la vida, a trabajar con más empeño y seriedad en preparar mi alma para la vida futura donde no existe ni enfermedad ni pena, sino el eterno gozo de tu compañía.

ORACIÓN POR UN ENFERMO

Señor Jesús, aquel (aquella) a quien amas está enfermo (a). Tú lo puedes todo; te pido humildemente que le devuelvas la salud. Pero, sin son otros tus designios, te pido le concedas la gracia de sobrellevar cristianamente su enfermedad.
En los caminos de Palestina tratabas a los enfermos con tal delicadeza que todos venía a ti, dame esa misma dulzura, ese tacto que es tan difícil de tener cuando se esta sano.
Que yo sepa dominar mi nerviosismo para no agobiarle, que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para acompañarles, si es su deseo.
Yo estoy lleno de vida, Señor, y te doy gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique, formándome en la abnegación y en la caridad. Amén

ORACIONES A MARÍA

PARA OBTENER
UNA BUENA MUERTE

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SÚPLICAS A LA VIRGEN
SANTÍSIMA
, MADRE DEL ETERNO

Oh Madre de misericordia, yo me arrojo a vuestros pies, avergonzado y confuso por mis pecados, y temblando de horror por el riguroso juicio que me espera después de mi muerte.
Temo aquel paso tremendo de esta vida a la otra, cuando mi alma entre por la vez primera en aquellas regiones oscuras de la eternidad y en aquel nuevo mundo, donde es glorificada la infinita Bondad y la eterna Justicia de Dios: y ¿qué suerte me ha de caber allí para siempre? Oh Madre de misericordia, rogad por mí, miserable pecador.
Temo aquel espantoso Tribunal, donde ha de comparecer mi alma, y donde me he de ver solo frente a frente de todo un Dios para ser juzgado: ¿y qué va a ser de mi en aquel riguroso juicio? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.
Temo la sabiduría infinita del soberano Juez, porque es testigo de todas mis obras, palabras y pensamientos; y ¿qué podré responder si El me acusa? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.
Temo la rectitud inflexible de aquella divina Justicia que no se tuerce por el favor ni por el interés, sino que pesa en perfectísima balanza las obras de los hombres, para dar a cada uno lo que ha merecido: y ¿en dónde están mis buenas obras y merecimientos? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.
Temo el poder omnipotente del supremo Juez, y desmaya mi corazón al solo pensamiento de que puede condenarme. Y si El me condena ¿quién podrá ya librarme? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.
Temo la terrible acusación del maligno espíritu, y me lleno de espanto, viendo que podrá decir de mi vida que ha sido una cadena de iniquidades y pecados. Y ¿cómo me defenderé de los cargos que me haga? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.
Temo mi propia conciencia, agitada como las olas del mar y conturbada por los remordimientos, testimonios irrefragables de mi vida culpable. Y ¿qué podré replicar a las voces de mi propia conciencia? Oh Madre de misericordia, interceded por mí, miserable pecador.
Temo aquel examen tan riguroso que se ha de hacer de todos los días y actos de mi vida, del tiempo de mi niñez, del tiempo de mi mocedad, del tiempo de mi edad adulta, de los pecados que he cometido, de los que ocasioné con mis escándalos, de los que no impedí pudiendo estorbarlos, de las buenas obras mal hechas, y de las que dejé de hacer por negligencia culpable: y ¿cuál será la cuenta que podré dar a mi Dios? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.
Temo la misma defensa de mi Ángel Custodio, que tal vez, triste y lloroso apenas podrá responder y volver por mi: y solo podrá oponer a la terrible acusación del demonio, una penitencia poco sincera de mis gravísimas culpas, y algunas obras buenas llenas de defectos y desagradables a los purísimos ojos de Dios: y ¿qué será de mi, si el Ángel de mi guarda me desampara? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.
Temo finalmente la sentencia inapelable del Eterno Juez, y se estremecen mis carnes de horror, al considerar que si me halla indigno de entrar en la mansión celestial de los Justos, me arrojará para siempre de su presencia, y fulminará contra mi el espantoso anatema de la eterna reprobación. No lo permitáis, oh Madre de bondad, y por las entrañas de vuestra misericordia, oíd las súplicas de un pecador arrepentido, que clama a Vos diciendo: Oh Madre de misericordia, interceded por mí, miserable pecador.
Oración. Oh piadosísima Virgen Maria, madre y refugio de los pecadores, a quien el Dios de las venganzas cedió el imperio de la misericordia; ya que en aquel riguroso Juicio no podré acudir a vuestra intercesión, os suplico ahora que me alcancéis la gracia de una sincera penitencia, y de una perfecta enmienda de mi vida, a fin de que al comparecer después de mi muerte ante el divino tribunal, merezca una sentencia favorable de eterna salvación. Por los méritos de vuestro Hijo, nuestro Señor, que en unión del Padre y del Espíritu Santo, vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.

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